Cada 1 de septiembre se celebra esta fiesta única en el mundo. Los niños acuden ante la Iglesia para recibir la bendición de los “sangiles” (denominación enguerina), elaborados con el hinojo que han recogido de los campos cercanos al pueblo y con el que se crean porras, cruces y figuras de todo tipo, ramilletes engalanados con papel de colores, compitiendo en ingenio artístico.
Los “sangiles” son portados por los niños hasta el Convento, lugar donde se desarrollan múltiples actividades dirigidas a los pequeños, como la entrega de premios, talleres y juegos. Además, coincidiendo con este día, se realiza una concentración de bolillos y la feria de comercio en la calle.