Año tras año, Fiesta tras Fiesta, surge la polémica con los diseños en los trajes de las Fiestas de Moros y Cristianos en Alcoy; que si llevaban túnica, pieles, cuernos, etc, es bonito pero no «pega»… ¿Qué diseños pueden ser o no coherentes?. ¿Sólo los medievales o aquí vale todo?.
Pues bien, nuestras Fiestas de Moros y Cristianos, desde tiempos «inmemoriales» han participado de un profundo anacronismo, es decir, elementos incluidos en la Fiesta que bien poco tendrían que ver con aquellas gestas medievales del siglo XIII. A la guerra supongo que no irían silbando «l’Ambaixador Cristià» ni con trajes de 50 kilos llenos de latón, mimbre, plata y tantos otros materiales. La Fiesta, como todo acto de manifestación humana, participa de ese carácter dúctil y manipulable. Al fin y al cabo, la Fiesta es el más claro reflejo de la sociedad, aunque eso sí, con algunos años de retraso.
Encontramos datos en periódicos y fotografías del siglo XIX donde vemos trajes poco «festeros» y es que no fue hasta principios del siglo XX cuando los grandes maestros Fernando Cabrera y Francisco Laporta toman cartas en el asunto y empiezan a limpiar de esos anacronismos las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. Antes de esa fecha, era fácil ver indios, damiselas, espadachines y un sinfín de diseños que poco tributo rendían al festejo original. Esta etapa coincidió con la fase más creativa de los dos grandes genios alcoyanos que entran a formar parte del recién creado cargo de «Asesor Artístico» en la Asociación de San Jorge. De Cabrera y Laporta nacen los Marrakesh, Guzmanes y tantos otros diseños de «faldilla» que hoy admiramos.
Es digno de admirar algunas fotografías de finales del siglo XIX y principios del XX donde aún no ha «actuado» la mano de Fernando Cabrera. Bien parecen fiestas, pero NO de Moros y Cristianos. Visto lo visto, siempre se han utilizado trajes poco «historiados», anacrónicos totalmente ¿es coherente saltarse a la torera la historia en pro de la creatividad?. Los Moros y Cristianos se fundamentan en un hecho histórico del siglo XIII pero son un producto del siglo XVIII y por lo tanto, el añadido barroco ya está latente: es la moda de los pantalones bombacho o a «la turca» (como los Cordoneros, por ejemplo). Qué hacemos entonces, ¿nos ceñimos al siglo XIII o al XVIII?
Considero que la evolución es necesaria y que una Fiesta más que centenaria, no puede quedarse totalmente aislada de las influencias de la sociedad: habrá variaciones, cambios e innovaciones, pero es fundamental mantener el sentido originario de la primigenia manifestación festiva acercándonos al máximo a lo que se entendería coherente, intentando despejar cualquier atisbo de excentricidad que poco bien pueda añadir. La Fiesta es Fiesta, porque la gente la quiere así, pero está en manos de los diseñadores y creadores elegir el camino correcto en cuanto a la creatividad y escenografía.
@JordiLinares23
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